
Kimberly Isadora tenía su día viernes planeado a la perfección.
Esa mañana muy temprano salió con su vestido amarillo camino a la Iglesia, le debía una vela a cada santo, pero en especial una a san Antonio, en una de esas le mandaba un novio.
Tenía que tomar el metro en Los Héroes, para poder llegar rápido a Tobalaba.
Quien iba a pensar que justo ese día a un tipo se le ocurriría saltar a la línea del metro en la estación Moneda. La pobre Kimberly Isadora tuvo que caminar 8 cuadras con los tacones de aguja.
A la media hora le paró la H04, micro que la dejaría a 3 cuadras de la Iglesia según un señor que cuidaba autos en el paradero.
Lo que Kimberly Isadora no sabía era que esta micro se daba la vuelta por Independencia, Conchalí, Huechuraba y Macul. La pobre mujer llego a las 5 de la tarde a la Iglesia, y en un caluroso día de diciembre, eso era una verdadera travesía.
Llegó con las velas achurrascadas por el calor y se dio cuenta que no tenía ni fósforos.
Prendió las velas con aquello que simboliza al Espíritu Santo y un cura que la pilló en pleno acto de herejía, la hizo rezar 7 Padre Nuestro y 15 Ave María.
Kimberly Isadora se devolvió a su casa a las 6 de la tarde, con el metro lleno y toda un día incompleto. Su fe tambaleaba cada vez que el metro la hacía chocar contra un extremo del carro, pero fue en la estación Baquedano cuando se subió un hombre alto y con mirada cansada. Kimberly Isadora supo desde ese entonces que san Antonio la había escuchado y que tanto caminar para arriba y para abajo por fin tenía su recompensa.
Fue el tambaleo del metro el que pronto los acercó y desde ese día que Kimberly Isadora le da gracias a Dios desde su casa.
La Sonora Tomy Rey- La Peineta
Para La Rosa
Por Fernanda Isadora Lira E